Autora: Juli MinTraducción: Laura Vidal SanzIdioma: CastellanoCategoría: ContemporáneaEditorial: AdNPáginas: 272
Juli Min es escritora y editora; vive en Shanghái. Estudió ruso y literatura comparada en la Universidad de Harvard y tiene un master en ficción de la Universidad Warren Wilson. Ha sido editora y fundadora de Shanghai Literary Review y su editora de ficción entre 2016 y 2023. Shanghailanders es su primera novela y ha sido traducida a varios idiomas.
𝑪𝒐𝒎𝒐 𝒐𝒑𝒊𝒏𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒉𝒂𝒚 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒂𝒔, 𝒗𝒐𝒚 𝒂 𝒅𝒂𝒓 𝒍𝒂 𝒎í𝒂
𝑼𝒏𝒂 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂, 𝒖𝒏𝒂 𝒄𝒊𝒖𝒅𝒂𝒅 𝒚 𝒆𝒍 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒂𝒍 𝒓𝒆𝒗é𝒔
Si el tiempo fuese un hilo, Las Shanghailanders de Juli Min lo desenreda con la maestría de quien entiende que la memoria es caprichosa, que el pasado nunca es pasado del todo y que la identidad de una familia es una constelación en constante transformación. Esta ópera prima, deslumbrante y ambiciosa, nos invita a recorrer la historia de la familia Yang en orden inverso, desde un 2040 que parece un umbral incierto hasta un presente que es, en realidad, el origen de todo.
Con un estilo elegante y evocador, la autora nos introduce en la vida de Leo Yang, un próspero inversor inmobiliario que, tras dejar a su familia en el aeropuerto, regresa solo a Shanghái, una ciudad que resplandece con su propia lógica y su propio lenguaje. Pronto entendemos que este regreso es más simbólico que literal: Shanghái no es solo el escenario, sino un personaje más en esta historia de exilios, ambiciones y destinos entrelazados.
A medida que retrocedemos en el tiempo, vamos conociendo a las Shanghailanders en sus distintos momentos vitales: a Kiko, la menor de las hermanas, que busca la fama con la urgencia de quien quiere escribir su propio relato a cualquier precio; a Yumi, que se enfrenta a la hostilidad de sus compañeras de residencia universitaria y encuentra en Yoko, su hermana mayor, el único refugio posible. Pero también a quienes orbitan alrededor de los Yang: una niñera que ha dejado atrás su propio hogar, un chófer que coquetea con el peligro y una abuela cuyos recuerdos tejen un eco persistente en el presente.
La mayor proeza de Min no es solo la estructura temporal audaz, sino la manera en que consigue que cada capítulo revele una nueva capa de significado. Con una prosa lírica, pero precisa, la autora nos invita a reflexionar sobre el amor, el matrimonio, la lealtad y la ineludible marca del tiempo sobre cada uno de nosotros. En un mundo donde el nivel del mar sigue subiendo y el apocalipsis parece una sombra cercana, Las Shanghailanders nos recuerda que hay cosas que permanecen inalterables: la familia como refugio y herida, el peso de los secretos y la incansable búsqueda de un lugar al que llamar hogar.
Brillantemente escrita, nostálgica y profundamente humana, esta novela es una sinfonía de voces que resuena mucho después de cerrar sus páginas.
La familia Yang está lejos de ser perfecta, y eso es lo que la hace real. Sus miembros se hieren, se buscan, se pierden y se encuentran en un vaivén que es, en el fondo, la esencia de cualquier relación familiar. Hay momentos en los que quieres abrazarlos y otros en los que te desesperan, pero nunca te resultan indiferentes.
Y luego está Shanghái, que más que un telón de fondo, es un ser vivo. La ciudad respira, cambia, observa a sus habitantes con ese brillo hipnótico de las metrópolis que devoran y elevan a partes iguales. Min consigue capturar esa energía de manera magistral, sin caer en clichés ni en el exotismo superficial.
Si hay algo que me ha fascinado de esta historia es su forma de jugar con el tiempo. Mientras avanzamos hacia el pasado, sentimos la inevitabilidad del futuro. Es una paradoja magistral: sabemos lo que va a ocurrir y, sin embargo, queremos entender cómo se llegó hasta ahí. Es un recordatorio de que las familias, como las historias, están hechas de momentos entrelazados, de decisiones minúsculas que acaban definiéndolo todo.
En definitiva, Las Shanghailanders es una novela que deja huella, que exige ser leída con calma y que, al cerrarla, te deja con esa sensación agridulce de haber acompañado a una familia en su viaje más íntimo: el de comprenderse a sí misma.
«Las mañanas las pasaba meditando. En tus meditaciones ves jardines, los jardines de tu niñez. Los jardines de Kioto, jardines Karesansui, arena y piedra cuidadosamente dispuesta en la quietud, el silencio»
#𝒚𝒐𝒍𝒆𝒐𝑵𝒐𝒗𝒆𝒍𝒂, ¿𝒚 𝒕ú?
Hola Natàlia, no sé si me llegaría a gustar, con lo cuadricualada que soy no sé si llegaría a entender esa estructura inversa... igual es cuestión de ponerse. En fin, lo pensaré.
ResponderEliminarUn besazo
¡Hola! He leído muy pocas lecturas inspiradas y ambientadas en la ciudad de Shanghái, por lo que me da mucha curiosidad. Por otro lado, esos juegos en el tiempo que nos comentas, me encantan, así que es un motivo más para tener en cuenta esta lectura. Muchas gracias por la reseña. ¡Besos!
ResponderEliminarTa odwrotna kolejność chronologiczna mocno mnie intryguje.
ResponderEliminar¡Hola! Creo que podría ser una historia que lograse impactarme así que no descarto darle una oportunidad. Un besote :)
ResponderEliminarHola, muchas gracias por tu reseña, no conocía la novela, me llama la atención la ambientación, pero no puedo decir que me atraiga la historia, quizás en otro momento le dé una oportunidad, pero por ahora la voy a dejar pasar.
ResponderEliminarBesos desde Promesas de Amor, nos leemos.
Hola, yo leo Novela:
ResponderEliminarMe ha picado, pero no sé si me animaré. Cotillearé un poco más por ahí jejeje
Un beso y muchas gracias por tu reseña.