Autora: Maria ParrTraducción: Cristina Gómez-BaggethunIlustraciones: Zuzanna CelejGénero: Novela Juvenil - A partir de 10 añosEditorial: Nórdica LibrosPáginas: 176
En el pequeño pueblo costero de Terruño Mathilde, la vida tiene su propio ritmo, marcado por las risas, las travesuras y los gofres recién hechos. Lena es pura chispa: intrépida, divertida y capaz de liarla parda en cualquier momento. Theo, más tranquilo y reflexivo, la acompaña como su amigo del alma, aunque a veces solo necesita que alguien le recuerde lo importante que es.
La historia está contada desde los ojos de Theo, y eso hace que todo se sienta más cercano y auténtico. Vemos sus deseos, sus miedos y sus alegrías con una sinceridad que solo un niño puede transmitir. Theo quiere que Lena sepa que siempre contará con él, y Lena sueña con tener un padre para compartir su cumpleaños. Al final, ambos nos recuerdan que todos buscamos afecto y cercanía en nuestra vida.Maria Parr consigue que la novela sea mucho más que una historia juvenil: sus personajes son reales, las situaciones divertidas y tiernas a la vez, y todo ello se enmarca en paisajes y escenarios noruegos que enamoran. El fiordo y el mar y los pequeños rincones del pueblo hacen que Terruño Mathilde se quede contigo mucho después de cerrar el libro.
Aunque pensada para jóvenes, Corazones de gofre tiene una magia que atrapa también a los adultos: nos hace recordar la infancia, nos transporta a esos días llenos de juegos, risas y complicidad, y nos recuerda que la vida puede ser tan sencilla y maravillosa como compartir un gofre caliente con un amigo.
Y lo mejor es que la historia no termina aquí: después de Corazones de gofre, Lena y Theo nos esperan en Lena, Theo y el mar. Así que, si te has encariñado con ellos (y te aseguro que lo harás), todavía hay más aventuras, risas y momentos entrañables por descubrir.
Ha sido como asomarme por la ventana a mis propios recuerdos de infancia: tardes eternas, travesuras que se convertían en epopeyas y esa sensación de que la amistad lo podía todo.
Me he reído a carcajadas con la energía salvaje de Lena, que parece no tener miedo a nada, y me he enternecido con Theo, siempre fiel, siempre con esa necesidad silenciosa de sentirse querido. 𝑳𝒂 𝒕í𝒂 𝒂𝒃𝒖𝒆𝒍𝒂 𝒚 𝒔𝒖𝒔 𝒈𝒐𝒇𝒓𝒆𝒔 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒏 𝒑𝒂𝒓𝒆𝒄𝒊𝒅𝒐 𝒅𝒊𝒓𝒆𝒄𝒕𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒑𝒂𝒕𝒓𝒊𝒎𝒐𝒏𝒊𝒐 𝒍𝒊𝒕𝒆𝒓𝒂𝒓𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅.
Es un libro que emociona porque no se queda solo en la superficie alegre y aventurera. También habla de la soledad, de la familia, de la pérdida… pero lo hace con un calor y una chispa que se te queda en el corazón.
Y no puedo dejar de mencionar las ilustraciones de Zuzanna Celej, que son bellísimas: delicadas, evocadoras y con esa magia que acompaña y eleva la historia sin robarle protagonismo.
Cuando lo terminé pensé: ojalá todos hubiéramos tenido un lugar como Terruño Mathilde, un amigo como Lena o Theo y, claro, un buen plato de gofres esperando en la mesa.
«¿Quieres decir que los días normales son mejores que la Navidad?»
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