Autores: Bernardo P. Carvalho, Isabel Minhós, Ana PêgoTraducción: Celia RecareyPublicación: 1 de junio de 2020Género: AprendizajeEditorial: KalandrakaPáginas: 176
(Lisboa, 1973) Ha estudiado Diseño de Comunicación en la Facultad de Bellas Artes de Lisboa. Co-fundador de Planeta Tangerina, ha sido galardonado con el Premio Nacional de Ilustración en Portugal, el Premio de la Feria de Bolonia, la Fundación Leipzig, el Festival CJ de Corea y seleccionado por el Banco del Libro de Venezuela. Sus libros se han publicado en 25 países.
Si creías que el enemigo más temible de los océanos eran los tiburones, prepárate para conocer a otro “bicho” mucho más invasivo y pegajoso: el plástico. Sí, ese que llega a todas partes, que vemos en la playa, en la botella de agua, y que amenaza con convertir el mar en un auténtico vertedero.
Plasticus maritimus, una especie invasora es mucho más que una guía: es un libro con alma, escrito desde la pasión y la experiencia de Ana Pêgo, una activista que creció con los pies hundidos en la arena y la mirada fija en el horizonte marino. Lo suyo no es solo recoger plásticos como pasatiempo: forma parte de una red internacional que los identifica, los estudia y combate esta invasión silenciosa que amenaza con transformar nuestros océanos en un vertedero.
La obra, firmada por Ana Pêgo, Isabel Minhós y Bernardo P. Carvalho, y traducida por Celia Recarey para Kalandraka, entrelaza ciencia, ilustración y relato con una fuerza extraordinaria. Nos enfrenta, sin rodeos, a un enemigo que no nada ni respira, pero que se cuela en cada rincón del planeta: el plástico. No lleva aletas, pero llega en forma de envoltorios, microesferas y bolsas de un solo uso, convirtiéndose en la especie más invasora y persistente de nuestro tiempo.
Lo que más me gusta de este libro es que no te suelta datos y cifras para dejarte con el alma en vilo, sino que te cuenta la historia del plástico como si fuera un monstruo con patas, o mejor dicho, con microplásticos diminutos, que se cuela en la vida de peces, aves y hasta de nosotros, sin pedir permiso. Desde esos pedacitos minúsculos que acaban en la cadena alimentaria hasta los restos gigantes que atrapan y destrozan a la fauna marina, la imagen que pinta es tan real que duele, pero también es un empujón para no quedarnos quietos.
Y es que, aunque la realidad es dura, ¿sabías que para 2050 podría haber más plástico que peces en el mar?, el libro tiene un pulso esperanzador. Nos muestra que todavía hay espacio para la acción, para cambiar el rumbo y para que cada uno de nosotros ponga su granito de arena. Porque la historia no está escrita, y si queremos que el mar siga siendo un lugar de vida y no un basurero gigante, toca movernos YA.
Así que, si te preocupa un poco este planeta que nos presta un hogar, si quieres entender mejor de dónde viene este problema y, sobre todo, si quieres sentir que puedes hacer algo, Plasticus maritimus es un libro que no puedes dejar pasar. Es ciencia, es activismo, es amor por el mar, y sobre todo, es una llamada urgente con mucho corazón y un toque de mala leche.
Lee, aprende, comparte y, sobre todo, actúa. Porque la invasión del plástico no puede ser la última palabra.
Aunque ahora no estoy tan en contacto con el mar como antes, porque vivo un poco lejos, pero no tanto como para no escaparme cada fin de semana a visitarlo y recargar energía. Por eso, este libro me tocó de cerca.
Plasticus maritimus no es solo una guía sobre el plástico que invade nuestros océanos; es un aviso urgente para quienes, como yo, llevamos al mar en el corazón y sabemos que no podemos darle la espalda.
Los autores transmite ese amor y esa preocupación con una pasión que se siente en cada página. Leerlo me hizo darme cuenta de que, aunque la distancia física existe, la responsabilidad y el cariño por el mar no se pierden.
Este libro es imprescindible para cualquiera que quiera entender qué está pasando con nuestros océanos y cómo podemos ayudar, aunque sea con pequeños gestos. Porque al final, querer al mar es también protegerlo, y eso no entiende de kilómetros.
«Como dijo el científico: ¡El plástico llegó antes que nosotros!»
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