La anciana Sophonisba –«un nombre bonito e indicado, cuando me lo pusieron, pero ahora está más que pasado de moda»– debe, por motivos de salud, trasladarse a vivir a Londres. Enfrente de su nueva residencia hay un inmueble señorial pero deteriorado, del que cuelga desde tiempos inmemoriales el cartel de «Se alquila». ¿Por qué, se pregunta Sophonisba, nadie quiere alquilar la casa? ¿Y por qué ve en ella, si está deshabitada, un ojo que la mira? Jabez Jarber, su eterno pretendiente, y Trottle, su fiel criado, siempre celosos el uno del otro, se proponen aclarar el misterio. Jarber reconstruye la historia de los antiguos inquilinos de la casa; Trottle, más audaz, entra en la casa misma. Dickens ideó esta situación para el número especial de Navidad de 1858 de la revista Household Words, y entre él y varios amigos de la talla de Wilkie Collins y Elizabeth Gaskell construyeron un enigmático rompecabezas por el que pululan maridos que regresan de la muerte, hermanas sin amor, padres cruelísimos, niños maltratados y hasta un enano que quiere entrar en sociedad. Una casa en alquiler reúne lo mejor y más característico del elenco y el sentimiento dickensiano en una obra deliciosa, hasta hoy inédita en español.


Nació en Portsmouth en 1812, segundo de los ocho hijos de un funcionario de la Marina. A los doce años, encarcelado el padre por deudas, tuvo que ponerse a trabajar en una fábrica de betún. Su educación fue irregular: aprendió por su cuenta taquigrafía, trabajó en el bufete de un abogado y finalmente fue corresponsal parlamentario de The Morning Chronicle. Sus artículos, luego recogidos en Bosquejos de Boz (1836-1837), tuvieron un gran éxito y, con la aparición en esos mismos años de Papeles póstumos del club Pickwick, Dickens se convirtió en un auténtico fenómeno editorial. Novelas como Oliver Twist (1837; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. XXIII), Nicholas Nickleby (1838-1839) o Barnaby Rudge (1841) alcanzaron una enorme popularidad, así como algunas crónicas de viajes, como Estampas de Italia (1846; ALBA CLÁSICA núm. LVII). Con Dombey e hijo (1846-1848) inicia su época de madurez novelística, de la que son buenos ejemplos David Copperfield (1849-1850; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. XX; ALBA MINUS núm. 22), su primera novela en primera persona –y su favorita–, en la que elaboró algunos episodios autobiográficos, Casa Desolada (1852-1853), La pequeña Dorrit (1855-1857; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. LIII; ALBA MINUS núm. 60), Historia de dos ciudades (1859; ALBA MINUS núm. 26) y Grandes esperanzas (1860-1861; ALBA CLÁSICA MAIOR núm. I; ALBA MINUS núm. 12). En 1850 fundó su propia revista, All the Year Round, en la que publicó por entregas novelas suyas y de otros escritores, y la serie de La señora Lirriper (1863-1864; ALBA CLÁSICA núm. CX), escrita en colaboración con otros autores, igual que Una casa en alquiler (1858; ALBA CLÁSICA núm. CXV). En 1858 empezó a hacer lecturas públicas de adaptaciones de sus novelas, actividad con la que obtuvo un gran éxito (El pequeño Dombey y otras adaptaciones de novelas para leer en público, ALBA CLÁSICA núm. CLIII). Murió en Londres en 1870.
𝑪𝒐𝒎𝒐 𝒐𝒑𝒊𝒏𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒉𝒂𝒚 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒂𝒔, 𝒗𝒐𝒚 𝒂 𝒅𝒂𝒓 𝒍𝒂 𝒎í𝒂
Una casa en alquiler es una novela corta y colaborativa escrita por Charles Dickens, Wilkie Collins, Elizabeth Gaskell y Adelaide Anne Procter, publicada originalmente en 1858 como parte del número especial de Navidad de la revista Household Words. Se trata de un misterio de tono gótico con toques de humor y crítica social, en el que los autores combinan sus estilos para crear una historia intrigante y cautivadora.
La protagonista, Sophonisba, una anciana con una gran curiosidad y un espíritu inquieto, se traslada a Londres por motivos de salud. Desde su nueva residencia, se obsesiona con una casa señorial pero deteriorada que lleva años en alquiler sin que nadie la ocupe. Su inquietud crece cuando, a pesar de estar deshabitada, le parece ver un ojo que la observa desde su interior. Determinada a descubrir el misterio, cuenta con la ayuda de dos hombres que la rodean: Jabez Jarber, su eterno pretendiente, quien investiga la historia de los antiguos inquilinos, y Trottle, su fiel criado, que decide aventurarse dentro de la casa para descubrir la verdad.

La historia se construye como un enigmático rompecabezas en el que desfilan personajes típicamente dickensianos: maridos que regresan de la muerte, hermanas distantes, padres crueles, niños maltratados e incluso un enano que aspira a la alta sociedad. La combinación de estos elementos crea una narración que mezcla el suspense con una profunda exploración de la naturaleza humana y la injusticia social, un sello distintivo de la literatura victoriana.
«Es muy posible que la mayoría de los curiosos acontecimientos que se relatan en estas páginas no hubieran llegado a producirse jamás de no haberse atrevido una persona llamada Trottle, contrariamente a su costumbre, a pensar por sí mismo»
Cada autor aporta su propia esencia a la obra. Dickens introduce su característico humor irónico y su aguda crítica social, Collins añade el toque de misterio y el desarrollo detectivesco, Gaskell ofrece profundidad emocional en la construcción de personajes, y Procter impregna la historia de una atmósfera melancólica y poética. A pesar de la diversidad de estilos, el relato mantiene una coherencia narrativa que atrapa al lector desde el principio.
Más allá del misterio central, Una casa en alquiler aborda temas como la percepción del pasado, el abuso de poder, la redención y la lucha contra las adversidades sociales. La casa vacía se convierte en un símbolo del paso del tiempo y de los secretos que la sociedad prefiere ignorar.
En definitiva, esta obra es una joya poco conocida de la literatura victoriana, que ofrece lo mejor del universo dickensiano en un formato breve pero impactante. Su combinación de suspense, ironía y emotividad la convierte en una lectura fascinante para los amantes del misterio clásico y de la prosa elegante del siglo XIX.

𝑰𝒎𝒑𝒓𝒆𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔: Personalmente, Una casa en alquiler me ha parecido una lectura fascinante y sorprendentemente envolvente. A pesar de ser una obra corta, logra capturar toda la esencia del estilo victoriano, con su combinación de misterio, humor y crítica social. Lo que más me ha gustado es la forma en que el relato se desarrolla como un rompecabezas, en el que cada pieza revelada por los personajes va encajando hasta ofrecer una visión completa de la historia de la casa.
Me ha resultado especialmente interesante el personaje de Sophonisba, con su curiosidad inagotable y su forma de ver el mundo. Es refrescante encontrar en una obra de esta época a una anciana como protagonista, con una voz propia y una energía que impulsa la trama. Además, la dinámica entre Jabez Jarber y Trottle añade un toque de humor encantador, con sus constantes celos y rivalidades.
Otro punto a favor es la colaboración entre Dickens, Collins, Gaskell y Procter. Aunque sus estilos son distintos, la historia fluye de manera sorprendentemente armoniosa. Se nota la mano de Collins en el aire detectivesco, la sensibilidad de Gaskell en los momentos más emotivos y, por supuesto, la crítica social de Dickens, que siempre logra que sus relatos sean más que una simple historia de misterio.
Si bien 𝒍𝒂 𝒕𝒓𝒂𝒎𝒂 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒆𝒄𝒆𝒓 𝒑𝒓𝒆𝒅𝒆𝒄𝒊𝒃𝒍𝒆 𝒆𝒏 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒏𝒐𝒔 𝒎𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔, 𝒆𝒍 𝒗𝒊𝒂𝒋𝒆 𝒆𝒔 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒊𝒎𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂. La ambientación, los personajes y los giros narrativos hacen que la lectura sea una experiencia muy satisfactoria. En definitiva, recomendaría Una casa en alquiler a cualquier amante de la literatura victoriana, del misterio gótico y de las historias con un trasfondo humano y social. Es una pequeña joya que demuestra cómo el talento de varios escritores puede unirse para crear algo único y memorable.
«En el momento presente, cuando me llamó Sophonisba, vivía en una pequeña pensión pasada de moda en el mismo bario nuevo que yo.»