Autoras: Virginie Aladjidi y Emmanuelle TchoukrielTraducción: Pedro Á. AlmeidaPublicación: 1 de mayo de 20169Género: Divulgación / Inventarios Ilustrados/ A partir de 6 añosEditorial: KalandrakaPáginas: 80
Virginie Aladjidi
Durante años ha trabajado en revistas juveniles y editoriales. Actualmente se dedica a crear colecciones de libros y textos en colaboración con Caroline Pellissier. http://virginiealadjidi.blogspot.com
Emmanuelle Tchoukriel
Ha estudiado Artes Aplicadas, ampliando su formación en el ámbito de la comunicación visual antes de ingresar en la Escuela Estienne de París y especiali-zarse en ilustración médica y científica. http://tchouk-tchouk.blogspot.com
La primera vez que abrí Inventario ilustrado de frutas y verduras sentí que me había colado en el cuaderno de un botánico con alma de artista. Virginie Aladjidi y Emmanuelle Tchoukriel no solo recopilan un centenar de frutas, verduras, raíces, semillas y hasta hongos, sino que lo hacen con una elegancia que haría suspirar a cualquier amante de la naturaleza o chef con alma de coleccionista.
Cada página es un pequeño museo de biodiversidad: calabazas que parecen posar para una naturaleza muerta, vainas de vainilla que se balancean con elegancia entre hojas y flores, y frutas tan exóticas que casi necesitas pasaporte para conocerlas. Todo está ilustrado con un nivel de detalle que hipnotiza y acompañado de textos que combinan ciencia y curiosidad con una ligereza deliciosa, sin caer nunca en el tono de un manual escolar.El libro, además, tiene ese toque simple que te recuerda que comer es también una forma de cuidar el planeta. Y que detrás de una simple patata o un racimo de uvas hay una historia de sostenibilidad, agricultura y belleza natural.
Ideal para jóvenes a partir de seis años, y para cualquier adulto con curiosidad por el mundo vegetal, este libro ilustrado es una puerta preciosa a la biodiversidad y una invitación a mirar lo cotidiano con asombro.
Eso sí, aviso: tras leerlo, es posible que empieces a mirar tu nevera con otros ojos (y cierto sentimiento de culpa si lo único verde que tienes es el imán del supermercado).
Este libro me ha encantado. Es uno de libros que se hojean con calma, como quien recorre un jardín botánico sin prisa. Las ilustraciones de Tchoukriel son una joya: limpias, delicadas, y con un estilo que parece mezclar la precisión científica con la nostalgia de los cuadernos antiguos.
Además, me ha hecho sonreír más de una vez. Hay algo divertido en descubrir frutas que no sabías que existían y en pensar que las verduras que antes te parecían aburridas pueden ser protagonistas de un catálogo tan bonito.
No es un libro para leer de una sentada, sino para disfrutar a sorbos, como un té bien hecho. Ideal para curiosos, amantes de la naturaleza o para quienes creen que una berenjena también puede ser una obra de arte.
En resumen: un libro que entra por los ojos, despierta la curiosidad y te deja con hambre de aprender más.
«¡Bienvenido al mundo de las plantas, o, más ampliamente, al mundo de los vegetales!»




















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