Autor: David Von DrehleTraducción: Jofre Homedes BeutnagelPublicación: 24 de septiembre de 2025Género: Ficción contemporáneaEditorial: MaevaPáginas: 200
La apasionante historia de un
hombre centenario y sus lecciones sobre la felicidad Cómo el humor, la
resiliencia y los pequeños gestos cotidianos se convierten en inspiración para
una vida plena. Cuando el periodista veterano David Von Drehle se muda a Kansas,
conoce a un nuevo vecino con más de cien años, con el que aprende una profunda
lección sobre el significado de la vida. Charlie White no era un vecino
cualquiera. Nacido antes de la radio, aprende a usar el teléfono móvil, vive un
viaje épico por la era del jazz, hace carreras de ambulancias entre gánsteres e
improvisa técnicas para las primeras cirugías a corazón abierto. Todas sus
experiencias le ayudan a dominar estrategias de supervivencia que reflejan
miles de años de sabiduría humana.
David Von Drehle es columnista de
The Washington Post, tras haber trabajado en Time, donde escribió más de
sesenta artículos de portada como editor. También es autor de varios libros,
incluyendo el galardonado best seller Triángulo: El Fuego que Cambió América.
El autor vive en Kansas City con su esposa, la periodista Karen Ball, con la
que tiene cuatro hijos.
Lo que aprendí sobre la felicidad de David Von Drehle, es un libro díficil de encasillar. Se mueve entre la crónica biográfica, la memoria personal y el ensayo narrativo, tomando como eje la figura de Charlie White, un vecino centenario cuya vida atraviesa algunos de los grantes hitos del siglo XX.
La obra destaca por su capacidad para reconstruir una época a través de episodios cotidianos y extraordinarios a la vez: la llegada de la radio, el auge del jazz, los primeros avances médicos o la violencia urbana de la era de los gánsteres. En ese sentido, el libro funciona muy bien como retrato histórico y social, ofreciendo una mirada accesible y bien documentada sobre los cambios que marcaron una generación.
Sin embargo, el
título promete una exploración más profunda de la felicidad de la que realmente
encontramos en sus páginas. Más que un manual de vida o una reflexión directa
sobre el bienestar, el texto opta por mostrar en lugar de explicar, dejando que
sea el lector quien extraiga sus propias conclusiones a partir de la
experiencia de Charlie.
El ritmo es ágil, el estilo es claro y periodístico, y la figura del protagonista resulta, por momentos, magnética. 𝑬𝒔 𝒖𝒏 𝒍𝒊𝒃𝒓𝒐 𝒓𝒆𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒅𝒂𝒃𝒍𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒅𝒊𝒔𝒇𝒓𝒖𝒕𝒂𝒏 𝒅𝒆 𝒉𝒊𝒔𝒕𝒐𝒓𝒊𝒂𝒔 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒆𝒔 𝒚 𝒅𝒆 𝒓𝒆𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 é𝒑𝒐𝒄𝒂, 𝒎á𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒏𝒆𝒔 𝒃𝒖𝒔𝒄𝒂𝒏 𝒖𝒏 𝒆𝒏𝒔𝒂𝒚𝒐 𝒆𝒙𝒑𝒍í𝒄𝒊𝒕𝒐 𝒔𝒐𝒃𝒓𝒆 𝒄ó𝒎𝒐 𝒂𝒍𝒄𝒂𝒏𝒛𝒂𝒓 𝒍𝒂 𝒇𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅.
Voy a ser
honesta: entré a este libro pensando que me iba a encontrar con una especie de
revelación vital… y no pasó.
Lo que encontré
fue una vida interesante, sí. Un señor centenario con mil batallas encima,
momentos históricos muy bien contados y algunas anécdotas que me hicieron
sonreír. Pero me faltó alma. Me faltó que el autor se mojara. Que me dijera:
“De todo esto yo aprendí esto”. Que hubiese una sacudida emocional real.
Hubo partes que
me entretuvieron muchísimo (las historias de gánsteres, los inicios de la
medicina “salvaje”, ese caos delicioso de otra época), pero también momentos en
los que sentí que estaba leyendo más un reportaje largo que un libro sobre la
felicidad.
Y para ser
sincera del todo: el final no me dejó huella. No cerré el libro pensando “wow,
necesito replantearme mi vida”, sino más bien: “qué señor más curioso fue
Charlie”.
No digo que sea
un mal libro. Digo que no fue para mí. Y a mí, cuando me prometen felicidad en
un título, me gusta que me remueva por dentro… no solo que me cuenten una vida
interesante.
«Hagamos balance cada día en el libro de cuentas de la vida»



















¡Hola! Interesante lectura y fuera de mi zona de confort que es lo que me gusta leer de vez en cuando. Me parece una historia preciosa, así que me la anoto. Besos :)
ResponderEliminarHola, un libro interesante en él que igual el título no es el más indicado, tal vez sí lo hubieran llamado de otra forma te hubiera convencido más; no hay nada peor que ir con espectativas y que estas no sé cumplan. Un abrazo.
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