Autora: Maria ParrTraducción: Cristina Gómez-BaggethunIustración: Zuzanna CelejGénero: Novela Juvenil - A partir de 10 añosEditorial: Nórdica LibrosPáginas: 264
Después del entrañable Corazones de gofre, María Parr nos invita a regresar a Terruño Mathilde, ese pequeño rincón noruego donde las aventuras y los afectos se mezclan con el olor del mar y el sonido de las olas.
En esta nueva entrega, Lena, Theo y el mar, reencontramos a Lena, la niña más valiente, impulsiva y testaruda que uno pueda imaginar, y a Theo, su inseparable amigo, paciente, reflexivo y lleno de corazón. Pero este año será distinto: hay una nueva amiga, Birgitte, llegada desde Holanda; un entrenador de fútbol que no valora a Lena como debería; un abuelo que asusta con un susto de salud; y una balsa que, aunque prometía aventuras, acaba siendo un desastre.
La autora vuelve a regalarnos una historia llena de humanidad y ternura, donde los pequeños dramas de la infancia se sienten tan grandes como el propio fiordo que rodea el pueblo. Lena no siempre acierta, pero es imposible no quererla. Y Theo… Theo es ese amigo que todos querríamos tener, el que se queda cuando todo parece torcido.
Maria Parr escribe con una sensibilidad especial, capaz de capturar el caos y la belleza de crecer sin perder el humor ni la dulzura. Su estilo recuerda, con razón, a Astrid Lindgren: una mirada luminosa, divertida y profunda sobre la infancia.
Y, como siempre, las ilustraciones de Zuzanna Celej aportan una capa más de magia: delicadas, envolventes y con esa atmósfera que hace que uno quiera quedarse a vivir dentro de sus páginas.
Lena, Theo y el mar no es solo una historia sobre la amistad y la aventura; es también un retrato del paso del tiempo, de las frustraciones, del deseo de pertenecer y del amor en todas sus formas: el que une a los amigos, el que sostiene a la familia, el que hace que sigamos adelante aunque las cosas no salgan como esperamos.
Ya conocía a Lena y Theo de Corazones de gofre, una historia que me robó el corazón y que aún asocio con tardes de infancia, risas y gofres recién hechos. Volver a Terruño Mathilde ha sido como reencontrarme con unos viejos amigos: más grandes, más conscientes del mundo, pero igual de adorables y reales.
Lena me ha hecho reír y enfadar casi a partes iguales. Es pura vida, pura contradicción. Y Theo… Theo es ese tipo de personaje que te gana con los silencios, con la lealtad, con su ternura sin dramatismos. Entre ambos hay una complicidad que no necesita grandes gestos, solo miradas, palabras torpes y momentos compartidos.
María Parr tiene una habilidad preciosa: logra hablar de temas importantes: la amistad, la pérdida, el deseo de ser visto y comprendido, sin perder nunca la ligereza. Todo fluye con naturalidad, con humor y con una verdad que desarma.
Y no puedo no mencionar las ilustraciones de Zuzanna Celej: cada página es un soplo de calma, un abrazo visual que acompaña a la historia sin eclipsarla.
Cuando terminé el libro, cerré las tapas con una sonrisa melancólica. Porque Lena, Theo y el mar no es solo una historia para niños. Es una historia para cualquiera que haya tenido un amigo del alma, un abuelo sabio o un sueño que parecía imposible.
Ojalá todos pudiéramos volver, de vez en cuando, a nuestro propio Terruño Mathilde: ese lugar donde la vida, con todos sus líos, todavía sabe a sal, a risa y a gofres calientes.
«Está todo tan bien hecho, Theo, que la mayoría de lo que estropeamos en este mundo podemos arreglarlo después»
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