Autora: Daphne du MaurierTraducción: Concha Cardeñoso Sáenz de MieraFecha de publicación: 14 de mayo de 2025Categoría: Ficción clásicaEditorial: AlbaPáginas: 480
Daphne du Maurier Nació en Londres en 1907, hija del actor y empresario Gerald du Maurier y nieta del autor e ilustrador George du Maurier. Educada en familia y más tarde en París, empezó escribiendo cuentos y artículos en 1928 y en 1931 publicó su primera novela, Espíritu de amor. El éxito de Rebeca (1938), su tercera novela, enseguida adaptada al cine por Alfred Hitchcock, le dio fama mundial, y a partir de entonces se convertiría en una de las novelistas más populares del siglo XX. Entre sus otras obras, muchas de ellas llevadas también al cine, cabe mencionar La posada Jamaica (1937; Rara Avis núm. 37), El río del Francés (1941; Rara Avis núm. 42), Monte Bravo (1943), Los parásitos (1949), Mi prima Rachel (1951; Rara Avis núm. 32), Los pájaros (relato incluido en la colección The Apple Tree, 1952), Mary Anne (1954), El chivo expiatorio (1957; Rara avis núm. 49) y La Casa de la Orilla (1969). También escribió teatro y biografías. Vivió la mayor parte de su vida en Cornualles, donde se ambientan muchas de sus novelas. Allí murió en 1989.
𝑪𝒐𝒎𝒐 𝒐𝒑𝒊𝒏𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒉𝒂𝒚 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒂𝒔, 𝒗𝒐𝒚 𝒂 𝒅𝒂𝒓 𝒍𝒂 𝒎í𝒂
Todo comienza con una cena aparentemente inofensiva. Una conversación cruzada, una frase lanzada con desdén por el marido de Maria: “Sois unos parásitos”. Y así, con esa puñalada emocional, Daphne du Maurier enciende la mecha de una historia que nos lleva al pasado de tres hermanastros marcados por el talento, el arte y una crianza fuera de lo común.
Maria, Niall y Celia no crecieron con normas ni horarios. Sus vidas giraron en torno a los aplausos, las giras, los escenarios, los trajes de lentejuelas y los camerinos en penumbra. Fueron niños mimados por el mundo del espectáculo, educados entre bastidores y alimentados por la idea de que todo lo que importa es el arte… o, más bien, la ilusión del arte.
Ahora, ya adultos, se enfrentan por primera vez a una verdad incómoda: ¿han vivido de los demás? ¿Han hecho algo real con sus vidas? Y lo más inquietante: ¿se han convertido en personas vacías, incapaces de vivir fuera del reflejo de los focos?
Los parásitos alterna pasado y presente con una delicadeza hipnótica. Du Maurier dibuja con su pluma aguda y sensual un retrato del mundo bohemio, donde cada gesto y cada objeto cotidiano –un anillo, una comida, una mirada fugaz– se carga de significado. El talento, el ego, el amor filial, el deseo, el resentimiento: todo se enreda en esta novela brillante y turbia como un espejo antiguo.
Y como siempre en su obra, hay algo que se desliza por debajo de las palabras. Una inquietud. Una sombra. Una pregunta sin resolver.
Este libro me sorprendió. No es el Du Maurier del suspense gótico de Rebeca, pero sí es el de la complejidad emocional, el que disecciona relaciones con bisturí. Me atrapó la ambigüedad de los personajes, lo incómodamente reales que son. A ratos los detesté, a ratos los comprendí. Hay momentos en los que uno se pregunta: ¿y si también yo, en cierto modo, soy un parásito?
La novela tiene una fuerza sutil y constante. No busca el golpe de efecto, sino el desgaste emocional, el roce de una vida que no encaja del todo. Y eso, al final, es mucho más potente.
«Fue Charles el que nos llamó parásitos. Lo dijo de una manera sorprendente, y repentina; era un hombre tranquilo, poco predispuesto a dar opinioes, excepto en las cuestiones más normales y cotidianas; por eso su declaración tuvo el impacta de una explosión»
#𝒚𝒐𝒍𝒆𝒐𝑵𝒐𝒗𝒆𝒍𝒂, ¿𝒚 𝒕ú?
No hay comentarios:
Publicar un comentario